miércoles, 18 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 41



Después del corto entrenamiento me dirijo felizmente a mi habitación con esperanza de encontrar por fin a Kyle en su cama, esperando por mí. 


-Buenos días, señorita Greenwood. – dice una voz familiar al momento que entro a la habitación. Me toma un par de segundos recordar el nombre, al hacerlo, siento una oleada de alivio.


-Presidente Holtzman. – digo y le extiendo la mano para saludarlo. Su ronca risa me hace sonreír ampliamente y hace que sienta ganas de abrazarlo. Recibe mi saludo con una enérgica sacudida. 


-Me alegra verla de nuevo, ¿qué tal su estadía en la Academia? – pregunta curioso mientras se sienta nuevamente en el sofá.


-Excelente, señor. – admito. Escudriño mis alrededores discretamente en busca de Nneka, mas no aparece por ningún lado.


-Es bueno saberlo. ¿Y el joven Farrow? No está aquí, ¿dónde está él?


-Ya debería estar aquí, se supone que le darían de alta hoy temprano por la mañana.


-¿De alta? – vuelve a preguntar. Noto un poco de sobresalto en su grave voz.


-Sí… el ataque de los goblins, la emboscada. – vacilo. 


-Oh, por supuesto, el bosque. Más no me informaron que el joven Farrow estaba herido.


-No fue tan grave. Él está bien… - alguien llama a la puerta y me apresuro a abrirla. 


-¡Ginger! – exclama Kyle con una sonrisa enorme dibujada en su rostro. Todo lo que está a nuestro alrededor deja de existir por unos segundos. Estrecha sus labios con los míos y rápidamente me separo de él, recordando que no estamos solos.


-Nneka. 


-¿Qué tal? –dice tímidamente detrás de Kyle.


-Oh, profesor Langrock. – digo avergonzada por no haber notado su presencia antes. 


-Señorita Greenwood. – me saluda e inclina un poco la cabeza en un gesto de respeto.


-Pasen, por favor. – digo cerrando la puerta detrás del director. Rápidamente coloco tres sillas del comedor frente al sofá. De manera que Nneka, Kyle y yo estemos sentados frente al director y al presidente. 


Me siento ansiosa, ¿el director y el presidente juntos, sentados en mi sala? 


-Joven Farrow, ¿cómo está? – dice el presidente escudriñando el rostro de Kyle.


-Sin duda mucho mejor, señor presidente.


-Me alegra escuchar eso.


-¿Y tú eres? – dice el presidente observando a Nneka con detenimiento.


-Nneka Ralthay. – contesta Nneka sin vacilar. – Hija de Durkhar y nieta de Asren.

-Interesante. 


-Mucho gusto.


-¿A qué debemos esta visita? – pregunto sin saber exactamente si dirigirme a Holtzman o a Langrock.


-Tenemos algunas cosas que notificarles y algunos temas a tratar que los involucran. – Dice el director quedamente.-A usted y al señor Farrow.


-Lo que sea que debamos tratar, Nneka es apta para escucharlo. – digo sin vacilar.


-Bien.


-Comencemos. - dice Holtzman enérgicamente.


-¿Ha encontrado ya a Raymond? – interrumpo, sin poder contener la pregunta. El rostro de Holtzman se relaja por un momento y puedo ver el amor y el agradecimiento reflejado en sus ojos.


-Sí, así es, gracias al cielo.


-Esas son buenas noticias. 


-Lo son, y esto no habría sido posible de no ser por usted, señorita Greenwood.


-Oh, claro que no, pero dígame, ¿dónde lo encontraron? – pregunto, desviando el tema de los agradecimientos.


-Ya habrá tiempo para hablar de ello. – interrumpe el director Langrock.


Apenas me percato del gran parecido que tiene el presidente Wilder Holtzman con su hijo, Raymond. Sin embargo, hay algo en los ojos del presidente, que hacen que no odie a Raymond, al menos no en su presencia, pero aún no estoy segura de que sea igual si él estuviera aquí. La plateada barba del viejo presidente realmente es impresionante, luce un poco más larga desde la última vez que lo vi. 


-Lo siento. – me disculpo. 


-No hay problema. – dice el presidente sonriéndome amablemente. –Ambos sabemos lo que es vivir con el miedo a flor de piel porque un ser querido desaparece. Es por ello que he enviado a mis mejores investigadores a inspeccionar los túneles en los que usted despertó aquél día y que logró escapar de ahí y salvarle la vida a mi hijo. Aún no han encontrado algo relevante, pero siguen buscando.




María José García Moncada

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