Mientras Kyle prepara la cena me cuenta todo lo
que hizo en sus clases de magia y defensa avanzada, con lujo de detalle. Es
increíble escucharlo, habla con tanta alegría, interés y fascinación como si un
pequeño niño hablara sobre su nuevo juguete.
-¿Y tu día qué tal? - pregunta Kyle.
-Bien. – digo intentando parecer lo más normal
posible, aunque esa pesadilla será difícil de olvidar.
-¿Era tu familia? – pregunta bastante serio. Asiento.
-¿Quieres
hablar?
Niego
quedamente con la mirada puesta sobre mi cena que apenas he tocado. Nos
quedamos en silencio largos minutos hasta que Kyle decide romperlo:
-Ya verás que todo saldrá bien, Ginger.
Solo asiento con la cabeza y me dirijo a mi recámara con el estómago vacío y un nudo en la garganta. Ni siquiera soy capaz de cerrar los ojos por miedo a volver a ver lo que vi, por lo que me limito a quedarme echa un ovillo en la cama toda la noche. Kyle decide que es mejor dejarme a solas, por lo que no me visita por la noche, aunque me hubiera gustado que estuviera conmigo.
A la mañana siguiente me dirijo nuevamente a
la Cápsula Deportiva intentando parecer del mejor ánimo posible en cuanto veo a
James. Durante todo el entrenamiento estoy un poco distraída, pero logro
terminar la práctica con el candelabro que ayer quedó inconclusa y me enseña un
par de cosas más. Al acabar me dirijo al gimnasio para mis dos horas de
ejercicio y a la hora de la comida regreso a mi habitación.
Los días en la Academia pasan demasiado
rápido, hacemos casi lo mismo todos los días, mientras yo entreno, Kyle asiste
a sus clases, por las tardes nos reunimos en la habitación, comemos y dormimos.
Afortunadamente los fines de semana son mis días libres. Cuando Kyle no llega a
la hora de la comida, recorro los pasillos del castillo imaginándome historias,
intentando encontrar lugares a los que pueda escapar cuando todo se esté
viniendo abajo.
Parece ser que esto de la magia no me está
sentando nada mal, me estoy poniendo en forma e incluso me agrada el
entrenamiento. Sin embargo, el asunto de los forthems no abandona mi mente ni
por un segundo y mucho menos el de mi familia. La idea de tener que acabar con alguien
capaz de destruir un país y matar a cientos de personas sin piedad simplemente
me congela y sólo me deja pensando: ¿qué será de nosotros cuatro cuando estemos
frente a él? Por lo general no soy muy asustadiza, mucho menos cuando de
justicia se trata, pero vamos, que esto es otra cosa totalmente fuera de mis
límites.
Cuando despierto la mañana de mi cumpleaños,
estoy recargada en el pecho de Kyle y tiene sus dedos enredados en mi cabello.
No puedo evitar sonreír al verlo profundamente dormido. La expresión de las
personas al dormir cambia completamente, las preocupaciones se van, como si
todo lo malo abandonara el cuerpo. Recorro con la mirada su rizado cabello que
ya está comenzando a crecer, su frente sin arrugas, sus pobladas cejas, sus
ojos cerrados, su nariz casi perfecta, sus labios... tan perfectos. No me
resisto a la tentación de estrechar mis labios contra los suyos, y lo hago. El
gran y musculoso Kyle se ve tan inofensivo como un pequeño niño. Vuelvo
a recargarme en su pecho, tratando de arrullarme nuevamente con la melodía que
hace su respiración y sus latidos a la vez.
-Feliz cumpleaños, Ginger. - dice con tono
adormilado y comienza a acariciar mi cabello – Dormiste bien.
Esa no fue pregunta, y es cierto, no hubo
pesadillas y logré conciliar el sueño después de varios días. Asiento y cierro
los ojos. Deseando volver a dormir un poco más. Intento almacenar cada
sensación de este momento, porque no he tenido otro momento tan placentero y
pacífico en mucho tiempo.
-Iremos al bosque de Sproof, ¿cierto? - dice
Kyle.
-Pensé que... ¿podemos? - pregunto un poco
nerviosa.
-El día que llegué hasta la noche, hablé con Langrock y me cedió un permiso especial
para salir del castillo sólo por hoy. Iremos sólo si tú quieres.
Obviamente no me puedo negar después de haber
tenido ese detalle conmigo, además es una buena oportunidad para despejarme y
aventurarme en cosas nuevas, ya que últimamente parece que soy un gran imán
para las novedades.
Kyle intenta incorporarse, pero lo detengo
poniendo una mano en su pecho.
-Espera, sólo un momento más, ¿sí? Quiero
recordar cómo se siente.
Kyle frunce el ceño intentando descifrar qué
es lo que quise decir. Hago que se vuelva a recostar y me acurruco en su pecho con
los ojos cerrados. Nuevamente siento cómo me invade esa paz interior, Kyle hace
que esté donde esté, se sienta como si estuviera en mi hogar y no a miles de
kilómetros, hace que las preocupaciones se vayan, me hace sentir, cosa que a
veces olvido hacer por temor a salir herida.
Recorre mis facciones con su dedo, sé que está
deseando saber qué pasa por mi mente, pero prefiero guardarme esta comodidad
que me causa para mí sola. Juguetea con mi cabello un rato y termina con un
cálido beso.
-Vamos, ¿qué tan malo podría ser?
-No podría. - contesto y Kyle sale de la
habitación. Me levanto de la cama, me doy un baño rápido y me alisto.
María José García Moncada