No sé por qué hice eso, no debí hacerlo, quizá
era un momento crítico en el que necesitaba sentir afecto. Seguimos caminando
sin decir nada. El silencio comienza a ponerme tensa, así que digo:
-Lo siento, no era mi intención…
-Pues la mía sí era – me interrumpe Kyle y lo
volteo a ver extrañada – desde que tenía quince años.
No puedo evitar sonreír, así que desvío la
mirada para que Kyle no me pueda ver y continuamos nuestro camino hasta llegar
a la Academia. A pesar de escuchar eso, estoy confundida y no era mi intención
hacerlo, es decir, Kyle ha sido como un hermano para mí todos estos años, me ha
protegido y mi familia ha cuidado de él. Tal vez me siento sola por esto de mi
familia y solamente estaba vulnerable y busqué refugio en él, como siempre,
sólo que de manera diferente.
La Academia es un castillo bastante antiguo, a juzgar por el estilo de construcción. Las puertas de madera
miden más de dos metros de alto y tienen grabado un escudo. Cuando entramos
está casi totalmente vacío.
-¿Por qué no hay nadie, Kyle? – pregunto
sorprendida. Se ríe un poco y dice:
-Los que entrenan aquí también tienen
vacaciones, Ginger.
Estamos en el
vestíbulo, en el centro hay unas amplias escaleras con una elegante
alfombra color tinto, escoltadas por una puerta a cada costado. En el techo hay
un enorme candelabro bañado en oro, las paredes son de piedra y hay varios
cuadros colgados y una que otra espada o escudo. El piso es de baldosas negras
y blancas, está un poco desgastado ya.
Nos dirigimos a la puerta del costado izquierdo
que nos dirige a un angosto pasillo que conecta ambas puertas con una tercera. A
juzgar por la determinación con la que Kyle camina, parece que no es su primera
vez en el castillo. Kyle toca y entramos. Hay una oficina bastante amplia, las
paredes están llenas de libros y hay un hermoso piano de cola blanco a un
costado del escritorio.
-Buenas tardes, jóvenes, ¿qué los trae por
aquí? – dice una anciana voz desde el escritorio que tenemos a unos metros de
nosotros. Nos sentamos en unas sillas grandes y afelpadas que hay frente al
escritorio.
-Buenas tardes, señor director. – dice Kyle un
poco cansado y comienza a relatar la visita al presidente Holtzman y lo que
sucedió en el bosque. El director Godfrey Langrock es un hombre de avanzada
edad, pero a pesar de ello se ve fuerte. Usa una túnica color negro que realza
su piel blanca. Usa lentes cuadrados y tras ellos oculta unos grandes ojos
color miel. Tiene una barba que la encuentro bastante divertida, puesto que es
como la de mi padre, solo que la del director es totalmente plateada.
El director Langrock escucha maravillado todo
el relato de Kyle, desviando la mirada hacia mí esporádicamente para ver mi
expresión.
-¿Así que aquí tenemos al cuarto forthem, la
Forthlume? – dice el director esbozando una gran sonrisa. Me limito a
devolverle la sonrisa, porque no sé qué decir. –Pues bien, señorita Greenwood,
debe sentirse orgullosa, es un honor ser un forthem.
-Ya lo creo que sí, señor. – digo intentando
no sonar falsa.
-Señorita Greenwood, la Academia de Entrenamiento
Especializado será su nuevo hogar durante algunos meses
para recibir un entrenamiento especializado para que tenga el máximo control de
sus poderes.
-Sí, lo sé, señor.
-Excelente. Ambos síganme. – ordena el
director y se pone de pie. Salimos de la oficina al vestíbulo y Subimos por las
amplias escaleras hasta llegar al primer piso. Hay un largo y ancho pasillo con
varias puertas, cuadros y una que otra estantería con libros y polvo acumulado.
Subimos un piso más y nos dirigimos a la primera puerta del lado derecho. Ante
mis ojos se revela una habitación amplia, techo de varios metros de alto.
Recorro la habitación con los ojos, hay bastante luz y me parece muy acogedora.
Un hombre de estatura baja, de expresión cansada, pero amable está sentado en
un sillón color rojo tinto fumando una pipa. Inmediatamente al vernos, se
levanta, se acerca a nosotros y dice:
-No advertí su llegada, Godfrey.
-Lamento no habernos anunciado, antes,
Frederick. - dice el director con voz amable.
-¿A qué se debe su visita? - pregunta curioso,
escudriñando mi rostro como en busca de pistas.
-Verás amigo mío, - comienza el director -
estos jóvenes se presentaron hoy a mi oficina diciendo que ella es el cuarto
forthem.
-¿Así que son ciertos los rumores? - pregunta
Frederick.
-Me temo que sí, Frederick.
-Bien... - dice en tono pensativo, Frederick mientras
camina hacia su escritorio. Se detiene un momento ante él y bruscamente me
lanza una esfera, que a juzgar por su apariencia, es muy pesada.
-¡¿Está demente?! - escucho gritar a Kyle.
Sin poder pensar en ese momento ahogo un grito
y me cubro el rostro con las manos esperando el doloroso golpe. Pasan varios
segundos y nada. Quito las manos y mis ojos no conciben lo que están viendo.
La esfera flotando frente a mí. En llamas.
María José García Moncada
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