lunes, 9 de enero de 2012

CAPÍTULO 9




No sé por qué hice eso, no debí hacerlo, quizá era un momento crítico en el que necesitaba sentir afecto. Seguimos caminando sin decir nada. El silencio comienza a ponerme tensa, así que digo:

-Lo siento, no era mi intención…

-Pues la mía sí era – me interrumpe Kyle y lo volteo a ver extrañada – desde que tenía quince años.

No puedo evitar sonreír, así que desvío la mirada para que Kyle no me pueda ver y continuamos nuestro camino hasta llegar a la Academia. A pesar de escuchar eso, estoy confundida y no era mi intención hacerlo, es decir, Kyle ha sido como un hermano para mí todos estos años, me ha protegido y mi familia ha cuidado de él. Tal vez me siento sola por esto de mi familia y solamente estaba vulnerable y busqué refugio en él, como siempre, sólo que de manera diferente.

La Academia es un castillo bastante antiguo, a juzgar por el estilo de construcción. Las puertas de madera miden más de dos metros de alto y tienen grabado un escudo. Cuando entramos está casi totalmente vacío.

-¿Por qué no hay nadie, Kyle? – pregunto sorprendida. Se ríe un poco y dice:


-Los que entrenan aquí también tienen vacaciones, Ginger.


Estamos en el  vestíbulo, en el centro hay unas amplias escaleras con una elegante alfombra color tinto, escoltadas por una puerta a cada costado. En el techo hay un enorme candelabro bañado en oro, las paredes son de piedra y hay varios cuadros colgados y una que otra espada o escudo. El piso es de baldosas negras y blancas, está un poco desgastado ya.

Nos dirigimos a la puerta del costado izquierdo que nos dirige a un angosto pasillo que conecta ambas puertas con una tercera. A juzgar por la determinación con la que Kyle camina, parece que no es su primera vez en el castillo. Kyle toca y entramos. Hay una oficina bastante amplia, las paredes están llenas de libros y hay un hermoso piano de cola blanco a un costado del escritorio.

-Buenas tardes, jóvenes, ¿qué los trae por aquí? – dice una anciana voz desde el escritorio que tenemos a unos metros de nosotros. Nos sentamos en unas sillas grandes y afelpadas que hay frente al escritorio.

-Buenas tardes, señor director. – dice Kyle un poco cansado y comienza a relatar la visita al presidente Holtzman y lo que sucedió en el bosque. El director Godfrey Langrock es un hombre de avanzada edad, pero a pesar de ello se ve fuerte. Usa una túnica color negro que realza su piel blanca. Usa lentes cuadrados y tras ellos oculta unos grandes ojos color miel. Tiene una barba que la encuentro bastante divertida, puesto que es como la de mi padre, solo que la del director es totalmente plateada.

El director Langrock escucha maravillado todo el relato de Kyle, desviando la mirada hacia mí esporádicamente para ver mi expresión.

-¿Así que aquí tenemos al cuarto forthem, la Forthlume? – dice el director esbozando una gran sonrisa. Me limito a devolverle la sonrisa, porque no sé qué decir. –Pues bien, señorita Greenwood, debe sentirse orgullosa, es un honor ser un forthem.

-Ya lo creo que sí, señor. – digo intentando no sonar falsa.



-Señorita Greenwood, la Academia de Entrenamiento Especializado será su nuevo hogar durante algunos meses para recibir un entrenamiento especializado para que tenga el máximo control de sus poderes.

-Sí, lo sé, señor.

-Excelente. Ambos síganme. – ordena el director y se pone de pie. Salimos de la oficina al vestíbulo y Subimos por las amplias escaleras hasta llegar al primer piso. Hay un largo y ancho pasillo con varias puertas, cuadros y una que otra estantería con libros y polvo acumulado. Subimos un piso más y nos dirigimos a la primera puerta del lado derecho. Ante mis ojos se revela una habitación amplia, techo de varios metros de alto. Recorro la habitación con los ojos, hay bastante luz y me parece muy acogedora. Un hombre de estatura baja, de expresión cansada, pero amable está sentado en un sillón color rojo tinto fumando una pipa. Inmediatamente al vernos, se levanta, se acerca a nosotros y dice:

-No advertí su llegada, Godfrey.

-Lamento no habernos anunciado, antes, Frederick. - dice el director con voz amable.

-¿A qué se debe su visita? - pregunta curioso, escudriñando mi rostro como en busca de pistas.

-Verás amigo mío, - comienza el director - estos jóvenes se presentaron hoy a mi oficina diciendo que ella es el cuarto forthem.

-¿Así que son ciertos los rumores? - pregunta Frederick.

-Me temo que sí, Frederick.

-Bien... - dice en tono pensativo, Frederick mientras camina hacia su escritorio. Se detiene un momento ante él y bruscamente me lanza una esfera, que a juzgar por su apariencia, es muy pesada.

-¡¿Está demente?! - escucho gritar a Kyle.

Sin poder pensar en ese momento ahogo un grito y me cubro el rostro con las manos esperando el doloroso golpe. Pasan varios segundos y nada. Quito las manos y mis ojos no conciben lo que están viendo.

La esfera flotando frente a mí. En llamas.



María José García Moncada

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