miércoles, 4 de enero de 2012

CAPÍTULO 6




Pienso en la nota sobre mi cama y la saco de mi pantalón. Veo detenidamente los garabatos que no comprendo intentando recordar si había visto algo similar en algún libro de la biblioteca. Vuelvo a leer la frase que alguien puso al reverso de la hoja. ¿Quién habrá sido? No se necesita ser muy inteligente para intuir que sea quien fuese el que escribió eso me quería con vida. Quizá me conocía. Sin duda los hombres encapuchados iban por mí y me querían para algo, pero ¿para qué querrían capturarme y después liberarme arriesgándose a que escapara? No tiene sentido a menos de que uno de ellos estuviera intentando ayudarme. Muchas preguntas, pocas respuestas. Continúo caminando sin rumbo fijo. Diviso un bosque a lo lejos y me resigno a pasar la noche ahí. Supongo que estoy probablemente en otro estado, ya que en Loomstang no hay bosques cerca, no que yo sepa.

Mi estómago comienza a gruñir, no sé por cuánto tiempo no he comido y no tengo ni una moneda en los bolsillos. Al llegar al bosque comienzo a buscar algún tipo de fruto para calmar mi hambre, encuentro un arbusto que parece inofensivo y arranco unos pocos. Construyo mi pequeño refugio antes de que anochezca y prendo una fogata para calentarme. Suerte que siempre traigo mi navaja conmigo.

Comienzo a escuchar un susurro y me sobresalto al entender que dice mi nombre. Miro en todas direcciones para saber de dónde proviene. Me adentro en el bosque y el susurro va aumentando de volumen, hasta que mi nombre es perfectamente audible. Una esfera en llamas se aproxima hacia mí y se detiene a la altura de mi rostro, al tocarla se siente como si mi mano se hubiera entumecido. Retrocedo un paso y vuelve a acercarse a mí y entra en mi pecho. Una sensación de calor abrazador invade todo mi cuerpo.

Como si conociera el bosque, empiezo a caminar en dirección a un árbol grande y muy ancho. Intento frenar antes de que me estrelle contra él, pero no puedo, mis pies no obedecen y siguen su rumbo. Estoy paralizada, no puedo levantar las manos para proteger mi cara contra el árbol. Cuando estoy preparada para sentir el golpe, no pasa nada, es como si hubiera una pared invisible. Primero mi pie derecho desaparece al tocar el árbol, después mi pie izquierdo, cierro los ojos y lo atravieso, se siente como si me sumergiera en agua fría.

Al poner un pie del otro lado siento una superficie arenosa. Escucho el sonido de las olas. Cuando estoy totalmente fuera de aquel bosque desconocido abro los ojos y me doy cuenta de que estoy en la bahía. Mí bahía. Por fin en casa.

-Casa. – susurro y me dirijo corriendo a mi casa. Cuando llego, la puerta está abierta, me detengo en seco y entro despacio. La casa está hecha un desastre, platos rotos esparcidos por todos lados, los muebles desacomodados, las ventanas hechas añicos en el suelo. Comienzo a sacudir la cabeza como si intentara borrar todas las imágenes que acabo de ver, se me inundan los ojos de lágrimas, siento pesadez en el pecho y me desplomo en el sillón de la sala, tratando de calmarme. ¿Qué está pasando? ¿Dónde están Soley, Herman y Milo, mi madre y mi padre? Sólo queda alguien más. Me levanto y corro por las calles llego hasta la casa de Kyle.

La biblioteca del señor Brickstone está completamente destruida, a juzgar por el olor hubo un incendio. Asomo la cabeza por la ventana que daba a la calle. No queda nada. La plaza está peculiarmente desierta, todo está muy raro, algo no está bien. Sin ánimos y con las lágrimas desbordándose de mis ojos, toco a la puerta de Kyle.

Se escuchan pasos y Kyle abre la puerta. Al verme su expresión es de espanto, miedo, preocupación, todo. Me hace pasar, me ofrece algo de beber y nos sentamos en la sala. No me siento capaz de hablar de lo que pasó o de lo que vi, ni siquiera soy capaz de articular una palabra.

Comienza diciéndome que se desconoce la causa del incendio en la biblioteca y que absolutamente todos los que estábamos dentro, desaparecimos sin dejar rastro. Quiere decir que los hombres encapuchados tienen que ver con esto y que el señor Brickstone aún no aparece, probablemente lo tengan prisionero aún, o tal vez sea su aliado. ¿Quién más estaría dentro? Raymond y yo, y supongo que somos los únicos que seguimos con vida o al menos que saben que estamos vivos. Espera, Raymond en una biblioteca, eso sí es sorpresa.

-¿Y mi familia, Kyle? – pregunto al borde del llanto. Con mucho esfuerzo me mantiene la mirada y niega con la cabeza.

-No lo sé, Ginger.

Rompo en llanto sin saber qué hacer. Kyle me abraza sin decir más y me acaricia el cabello. Acabo de llegar a casa y ya hay más malas noticias, mi familia está desaparecida, no tengo a dónde ir, no tengo más familiares. Kyle es lo único que tengo ahora.

Siento como si me hubieran arrebatado las ganas de vivir. Y tras llorar por un tiempo indefinido, escuchando las palabras de consuelo que Kyle me dice, sin tener mucho éxito, caigo en un profundo sueño.

Estoy en un prado con mi familia, mamá no está en su silla de ruedas, los rostros de todos irradian felicidad, despreocupación. Comienza a oscurecerse el cielo, seguido de un temblor y el piso debajo de mis pies se agrieta. No sé qué está pasando y comienzo a correr. La tierra detrás de mi empieza a desmoronarse hasta dejar un acantilado inmenso, sigo corriendo, pero tropiezo y caigo al abismo. La sensación de estar cayendo me despierta al instante, mi respiración y mis latidos son demasiado rápidos.

Abro los ojos y Kyle está viéndome con expresión preocupada. Tengo la cabeza recargada en su regazo, estoy temblando de frío y sin embargo estoy sudando. Kyle pasa por mi frente un paño húmedo.

-¿Estás bien? - pregunta Kyle, pero finjo no escucharlo, vuelvo a cerrar los ojos y le pregunto:

-¿Cuánto tiempo estuve dormida?

-Sólo unas cuantas horas - responde un poco más tranquilo.

-Kyle...

-¿Qué pasa, Ginger? - me interrumpe.

-¿Qué vamos a hacer? - pregunto con un nudo en la garganta. -¿Qué voy a hacer?

-Primero, me dirás todo lo que pasó desde que entraste a la biblioteca.

Asiento y comienzo a contarle todo, desde que vi a los hombres encapuchados, hasta el portal en el árbol de aquél bosque extraño.

-¿De qué color era la esfera que viste? - pregunta ansioso.

-¿Eso importa?

-¡Claro que importa, Ginger! - me sobresalto al escucharlo hablándome de esa manera.

Intento revivir ese momento en el bosque y susurro:

-Fuego.

Volteo a verlo, tiene expresión pensativa.

-¿Qué... qué tiene? - pregunto un poco asustada.

-¿De verdad no sabes? - pregunta.

-Si te estoy preguntando, es obvio que no sé. - respondo un poco irritada.



-Me extraña que siendo hija de una ex subdirectora de la Academia de Entrenamiento Especializado no sepas nada.

-También a mí. ¿Ya me dirás a qué va todo esto? - le digo impaciente. Suspira y dice:


-Cada cien años nacen cuatro jóvenes, dos mujeres y dos hombres, hijos de hechiceros, llamados forthems. Hay cuatro tipos de forthem: agua, tierra, aire y fuego. Estos cuatro jóvenes deben unir sus fuerzas para proteger al mundo de cualquier amenaza…

En sus ojos puedo ver que hay algo más, algo que quiere omitir.

-Pero esta vez es diferente. Esta vez hay una profecía que se debe cumplir.

Estoy pasmada, ni siquiera sé qué es lo que acaba de decir. Suena tan absurdo que comienzo a reírme.

-Qué cosas tan disparatadas las de su mundo mágico. – digo entre risas.

-No hay tal cosa como el mundo mágico. – me ladra Kyle con semblante duro e inescrutable. –Es el mundo real, el mismo en el que tú vives, Ginger.

Intento calmarme y evado lo que acabo de escuchar.

-¿Qué profecía?

-Dice la profecía que los cuatro elementos unirán sus fuerzas para vencer al amo de las tinieblas y acabar con los días de oscuridad en el mundo, para que se pueda restaurar la vida como antes se conocía.

-¿Quién es ese amo de las tinieblas? – pregunto sin estar del todo convencida.

-Hasta donde se sabe, el emperador. – responde.

-¿A qué te refieres con eso? – digo con el ceño fruncido.

-Nadie está seguro de que sea él, sólo son suposiciones, teorías. 

Intento no parecer asustada, así que continúo con las preguntas:

-¿Y qué hay de diferencia entre cada forthem?

-Cada uno tiene el poder absoluto sobre uno de los elementos. En tu caso, el fuego.

-¿Mi caso? - pregunto irónicamente y me derrumbo nuevamente en el sillón. – No, yo no quiero ser eso, que alguien más tome mi lugar, yo ya tengo suficientes responsabilidades.

- Nadie escoge ser un forthem o no, el elemento te escoge.

Me resulta imposible concebir todo lo que pasó y lo que acaba de revelarme Kyle, ni siquiera quiero creerlo, imposible. Soy demasiado joven, ¿qué pasará con mis hermanos?

-¿Qué significa forthem? – pregunto después de una larga pausa.

-Portador de la fuerza. - responde Kyle con voz firme.

-Así que soy una portadora de la fuerza del fuego. Bien, y... ¿qué se supone que haga?

-Se dice Forthlume, Ginger, y debes presentarte ante la ORP, para que te sometan a pruebas y comprobar que eres una forthem auténtica. Después de eso, recibirás un entrenamiento especializado, para obtener el máximo potencial de tus poderes y saber controlarlos.

-Oh, excelente idea. Iré a la ORP a encender unos cuántos fósforos, mientras mi familia está desaparecida - digo en tono sarcástico – no lo creo.

María José García Moncada

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