martes, 24 de enero de 2012

CAPÍTULO 17




Aplaude un par de veces y aparece en el techo un gran candelabro con velas.

-¿Es tu cumpleaños o por qué debo encender velas? - pregunto desconcertada. James da una carcajada y dice:

-Paciencia, precisión, puntería, concentración. Debes prender cada una de las velas. Sin incendiar el lugar, ¿entendido?

-¿Cómo se supone que haga eso?

-Debes enfocar en tu mente cada punto que tienes que encender. Visualízalo, concéntrate y solo debes hacer pequeños topkalumes.

Asiento y fijo la mirada en el candelabro y en cada una de las velas y lanzo un pequeño topkalume con delicadeza. La primera vela se enciende. Esto es más fácil de lo que esperaba. Después de encender cinco velas, James me interrumpe:

-Bien, ahora utilizarás otra técnica. Debes encender el resto mentalmente.

Eso cambia las cosas. Intento concentrarme por completo, pero me es difícil. Veo fijamente una sola vela. Un calor interno me abraza desde la boca del estómago y una flama demasiado grande derrite la mitad de las velas. Retrocedo y caigo.

-Concéntrate, chica. - me dice James mientras me ayuda a levantarme. -Inténtalo de nuevo.

Lo hago nuevamente, pero no consigo más que chispas. Comienzo a perder la paciencia.

-Con eso basta por hoy. Descansa unos minutos, después iremos al gimnasio.



Me siento en el piso con la espalda recargada en la pared y tomo unos sorbos de una botella de agua. Los entrenamientos mantienen mi mente ocupada la mayoría del tiempo y eso es bueno hasta cierto punto. Comienzo a extrañar mi hogar, la sopa de Herbie, mi amada bahía. Aunque los lujos de aquí no están tan mal.

-Vamos, debes entrenar un par de horas. – interrumpe mis pensamientos James.

Me levanto y nos dirigimos hasta el gimnasio en silencio. Comienzo por correr durante una hora y el resto del tiempo lo dedico a pesas y combate muñeco de combate.

A medio día, James me felicita y nos despedimos. Me dirijo a mi habitación para pasar el resto de la tarde con Kyle, pero cuando llego no está, asi que me doy un baño y me preparo cualquier cosa para comer. Debo aceptar que Kyle tiene mejores habilidades culinarias que yo, la cocina jamás ha sido lo mío. Me siento en el sillón para esperar a Kyle, pero al poco tiempo mis ojos no resisten más y se cierran.

Tengo un extraño sueño con el escuadrón de los encapuchados torturando a mi familia atados de pies y manos, mientras yo observo desde una habitación de cuatro paredes de cristal. Los gemelos retorciéndose de dolor, con lágrimas surcándoles las mejillas. Mi madre indefensa siendo golpeada, no se puede mover ni defenderse. Mi padre inconsciente con un fuerte golpe en la sien izquierda, su rostro empapado en sangre. Y la pequeña Soley llorando desconsoladamente con terror en sus oscuros ojos. Grito con fuerza y me golpeo contra el cristal, pero nadie parece verme u oírme. Siento como alguien me sacude gritando mi nombre.

-¡Ginger! – grita Kyle desesperadamente mientras me sacude de los hombros. Apenas abro los ojos y tardo unos segundos en darme cuenta de que estaba soñando. Me aparto de él instintivamente. Con el pulso acelerado y la ropa empapada de sudor me levanto del sillón algo desorientada.

-¿Estás bien? – pregunta desconcertado.

-Yo… - contesto con voz ronca y temblorosa – sólo fue una pesadilla. Sí.

Vacilante me vuelvo a sentar en la orilla del sillón. Me paso una manga por el rostro, intentando calmarme.

-Estoy bien. – susurro aturdida. – Sólo fue una pesadilla.

Kyle se desliza hacia mí en un intento de calmarme. Coloca su brazo alrededor de mi cintura, obligándome a acercarme a su cuerpo. Me recargo en su pecho, como de costumbre, dejando que los latidos de su corazón inunden mis oídos.

-Estoy bien. – vuelvo a susurrar.

-Sí, estás bien, Ginger. Estás conmigo. – me tranquiliza Kyle.

-¿Dónde estabas? - le pregunto después de varios minutos en silencio.

-Lo siento, Ginger, no volveré a llegar tarde.

Recarga su barbilla en mi cabeza. Mientras sigue disculpándose por no estar aquí a tiempo en susurros. Ojalá pudiéramos quedarnos así por siempre y pudiera olvidarme de todo lo que nos rodea.

-No necesitas disculparte, sólo fue una pregun…

Me calla Kyle con un beso.

-Eres mi vida entera, Ginger. –susurra. No sé qué responder así que solo lo abrazo con más fuerza como si intentara aferrarme a él.



María José García Moncada

No hay comentarios:

Publicar un comentario