Aplaude un par de veces y aparece en el techo
un gran candelabro con velas.
-¿Es tu cumpleaños o por qué debo encender
velas? - pregunto desconcertada. James da una carcajada y dice:
-Paciencia, precisión,
puntería, concentración. Debes prender cada una de las velas. Sin incendiar el
lugar, ¿entendido?
-¿Cómo se supone que haga eso?
-Debes enfocar en tu mente cada punto que
tienes que encender. Visualízalo,
concéntrate
y solo debes hacer pequeños topkalumes.
Asiento y fijo la mirada en el candelabro y en
cada una de las velas y lanzo un pequeño topkalume con delicadeza. La primera
vela se enciende. Esto es más fácil de lo que esperaba. Después de encender
cinco velas, James me interrumpe:
-Bien, ahora utilizarás otra técnica. Debes
encender el resto mentalmente.
Eso cambia las cosas. Intento
concentrarme por completo, pero me es difícil. Veo fijamente una sola vela. Un
calor interno me abraza desde la boca del estómago y una flama demasiado grande derrite la
mitad de las velas. Retrocedo y caigo.
-Concéntrate,
chica. - me dice James mientras me ayuda a levantarme. -Inténtalo de
nuevo.
Lo hago nuevamente, pero no consigo más que
chispas. Comienzo a perder la paciencia.
-Con eso basta por hoy. Descansa unos minutos,
después iremos al gimnasio.
Me siento en el piso con la espalda recargada
en la pared y tomo unos sorbos de una botella de agua. Los entrenamientos
mantienen mi mente ocupada la mayoría del tiempo y eso es bueno hasta cierto
punto. Comienzo a extrañar mi hogar, la sopa de Herbie, mi amada bahía. Aunque
los lujos de aquí no están tan mal.
-Vamos, debes entrenar un par de horas. –
interrumpe mis pensamientos James.
Me levanto y nos dirigimos hasta el gimnasio
en silencio. Comienzo por correr durante una hora y el resto del tiempo lo
dedico a pesas y combate muñeco de combate.
A medio día, James me felicita y nos
despedimos. Me dirijo a mi habitación para pasar el resto de la tarde con Kyle, pero cuando llego
no está, asi que me doy un baño y me preparo cualquier cosa para
comer. Debo aceptar que Kyle tiene mejores habilidades culinarias que yo, la
cocina jamás ha sido lo mío. Me siento en el sillón para esperar a Kyle, pero
al poco tiempo mis ojos no resisten más y se cierran.
Tengo un extraño sueño con el escuadrón de los
encapuchados torturando a mi familia atados de pies y manos, mientras yo
observo desde una habitación de cuatro paredes de cristal. Los gemelos
retorciéndose de dolor, con lágrimas surcándoles las mejillas. Mi madre
indefensa siendo golpeada, no se puede mover ni defenderse. Mi padre
inconsciente con un fuerte golpe en la sien izquierda, su rostro empapado en
sangre. Y la pequeña Soley llorando desconsoladamente con terror en sus oscuros
ojos. Grito con fuerza y me golpeo contra el cristal, pero nadie parece verme u
oírme. Siento como alguien me sacude gritando mi nombre.
-¡Ginger! – grita Kyle desesperadamente
mientras me sacude de los hombros. Apenas abro los ojos y tardo unos segundos
en darme cuenta de que estaba soñando. Me aparto de él instintivamente. Con el
pulso acelerado y la ropa empapada de sudor me levanto del sillón algo
desorientada.
-¿Estás bien? – pregunta desconcertado.
-Yo… - contesto con voz ronca y temblorosa – sólo fue una
pesadilla. Sí.
Vacilante me vuelvo a sentar en la orilla del
sillón. Me paso una manga por el rostro, intentando calmarme.
-Estoy bien. – susurro aturdida. – Sólo fue
una pesadilla.
Kyle se desliza hacia mí en un intento de
calmarme. Coloca su brazo alrededor de mi cintura, obligándome a acercarme a su
cuerpo. Me recargo en su pecho, como de costumbre, dejando que los latidos de
su corazón inunden mis oídos.
-Estoy bien. – vuelvo a susurrar.
-Sí, estás bien, Ginger. Estás conmigo. – me tranquiliza
Kyle.
-¿Dónde estabas? - le pregunto después de varios
minutos en silencio.
-Lo siento, Ginger, no volveré a llegar tarde.
Recarga su barbilla en mi cabeza. Mientras sigue
disculpándose por no estar aquí a tiempo en susurros. Ojalá pudiéramos
quedarnos así por siempre y pudiera olvidarme de todo lo que nos rodea.
-No
necesitas disculparte, sólo fue una pregun…
Me calla Kyle con un beso.
-Eres mi vida entera, Ginger. –susurra. No sé
qué responder así que solo lo abrazo con más fuerza como si intentara aferrarme
a él.
María José García Moncada
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