viernes, 6 de enero de 2012

CAPÍTULO 8




Hay muchas oficinas, el piso es blanco como la nieve y muy resbaloso, por lo que tengo cuidado al caminar. Caminamos por un pasillo abarrotado de pequeños despachos a los lados. Siento que todos me miran extraño, así que me apresuro para alcanzar a Kyle. Llegamos a la oficina del presidente de la ORP.  Tocamos a la puerta y una voz desde dentro nos indica que pasemos. Es una oficina pequeña, pero lujosa, con muchos libros y artilugios que no tengo ni la menor idea de qué puedan ser. A pesar de ser un presidente, fue fácil que accediera a vernos. O quizá es por eso de los forthems.

-Buenos días, presidente Wilder Holtzman – dice Kyle amablemente, mientras estrecha su mano con la del presidente. –Soy Kyle Farrow y ella es Ginger Greenwood. – me dirige una amable sonrisa y extiende su mano hacia mí, estrechamos nuestras manos y le dirijo una tímida sonrisa. El presidente Holtzman es un hombre viejo, con una tupida cabellera plateada al igual que su barba.

-¿Y a qué se debe esta improvisada visita? – pregunta con voz ronca el presidente Holtzman. “No creo que no sepa por qué, de lo contrario no hubiéramos tenido un espacio en su apretada agenda, ¿no?” me digo a mí misma.

-Pues verá, señor, debíamos notificarle algo muy importante. – dice Kyle con voz firme. El presidente Holtzman se levanta de su asiento y comienza a servir té.

-¿Puedo ofrecerles algo de tomar? – pregunta amablemente.

-No gracias. – digo con voz queda.

-Yo tampoco, señor, gracias – contesta Kyle. Es increíble la facilidad que tiene para hablar con gente extraña, es algo que yo jamás he podido hacer. Aún no me ha dirigido la palabra el presidente Holtzman y ya estoy nerviosa, al grado de tener las manos sudorosas.

El presidente vuelve a su asiento y dice:

-Muy bien, ¿y qué deben notificarme, joven Farrow?

Kyle le narra todo lo que me sucedió desde el incendio de la biblioteca, hasta lo que sucedió en el bosque con la esfera de fuego. Yo sólo me limito a asentir cada vez que el presidente me voltea a ver para confirmar que es correcto lo que Kyle dice.

-¿Y bien, señorita Greenwood, es verdad lo que acaba de relatar el señor Farrow? – me pregunta.

-Totalmente, señor.

-Señorita Greenwood, creo que sabe perfectamente que se le debe someter a una serie de pruebas para comprobar que es una auténtica forthem y, de ser así, deberá asistir a un entrenamiento especializado en la Academia de Hechicería.

-Sí, señor, lo sé – contesto.

-Si usted cumple satisfactoriamente con su entrenamiento, yo me encargaré de localizar a su familia. Jamás dejaría de lado a una persona tan responsable y leal a su trabajo, como lo fue su madre en sus años de servicio a la Academia.

-¿Cómo supo todo eso? – pregunto desconcertada.

-Es mi deber saberlo, ¿no es así? Es por eso que soy el presidente, después de todo.

-Supongo que sí. ¿Cómo supo quién era mi madre?

-Una gran persona jamás se olvida, señorita Greenwood, además véase, es igual a ella – dice amablemente – Señor Farrow…

-Dígame señor presidente. – lo interrumpe Kyle.

-Ya sabe qué hacer y no se separe de la señorita Greenwood – dice esbozando una gran sonrisa.

-Con gusto, señor. Fue un placer.

-El placer es mío, joven Farrow– contesta el presidente Holtzman y estrecha nuevamente su mano con la de Kyle. Extiende su mano en mi dirección, inclina la cabeza y añade: -Señorita Greenwood.

Sonrío y estrecho mi mano con la de él. Salimos de su oficina y nos dirigimos fuera del edificio y comenzamos a caminar. Me atraso un poco y digo:

-Espera, Kyle.

-¿Qué pasa Ginger? ¿Te sientes mal? ¿Quieres sentarte un poco? – pregunta intentando adivinar qué pasa. Se acerca a mí y me rodea con sus brazos.

-No Kyle, sólo espera. – le digo con voz tranquila apoyando mi oído contra su pecho. Es demasiado en tan poco tiempo, aún no logro digerir del todo bien lo que está pasando. Cierro los ojos intentando hacer desaparecer el mundo por unos segundos. El sonido de sus latidos me reconforta y sin pensarlo dos veces me abro paso hasta sus labios y lo beso.




María José García Moncada

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