Hay muchas oficinas, el piso es blanco como la
nieve y muy resbaloso, por lo que tengo cuidado al caminar. Caminamos por un
pasillo abarrotado de pequeños despachos a los lados. Siento que todos me miran
extraño, así que me apresuro para alcanzar a Kyle. Llegamos a la oficina del
presidente de la ORP.
Tocamos a la puerta y una voz desde dentro nos indica que pasemos. Es una oficina pequeña, pero lujosa, con muchos libros y artilugios que no tengo
ni la menor idea de qué puedan ser. A pesar de ser un presidente, fue fácil que
accediera a vernos. O quizá es por eso de los forthems.
-Buenos días, presidente Wilder Holtzman –
dice Kyle amablemente, mientras estrecha su mano con la del presidente. –Soy
Kyle Farrow y ella es Ginger Greenwood. – me dirige una amable sonrisa y
extiende su mano hacia mí, estrechamos nuestras manos y le dirijo una tímida
sonrisa. El presidente Holtzman es un hombre viejo, con una tupida cabellera
plateada al igual que su barba.
-¿Y a qué se debe esta improvisada visita? –
pregunta con voz ronca el presidente Holtzman. “No creo que no sepa por qué, de
lo contrario no hubiéramos tenido un espacio en su apretada agenda, ¿no?” me digo
a mí misma.
-Pues verá, señor, debíamos notificarle algo
muy importante. – dice Kyle con voz firme. El presidente Holtzman se levanta de
su asiento y comienza a servir té.
-¿Puedo ofrecerles algo de tomar? – pregunta
amablemente.
-No gracias. – digo con voz queda.
-Yo tampoco, señor, gracias – contesta Kyle.
Es increíble la facilidad que tiene para hablar con gente extraña, es algo que
yo jamás he podido hacer. Aún no me ha dirigido la palabra el presidente
Holtzman y ya estoy nerviosa, al grado de tener las manos sudorosas.
El presidente vuelve a su asiento y dice:
-Muy bien, ¿y qué deben notificarme, joven
Farrow?
Kyle le narra todo lo que me sucedió desde el
incendio de la biblioteca, hasta lo que sucedió en el bosque con la esfera de
fuego. Yo sólo me limito a asentir cada vez que el presidente me voltea a ver
para confirmar que es correcto lo que Kyle dice.
-¿Y bien, señorita Greenwood, es verdad lo que
acaba de relatar el señor Farrow? – me pregunta.
-Totalmente, señor.
-Señorita Greenwood, creo que sabe
perfectamente que se le debe someter a una serie de pruebas para comprobar que
es una auténtica forthem y, de ser así, deberá asistir a un entrenamiento
especializado en la Academia de Hechicería.
-Sí, señor, lo sé – contesto.
-Si usted cumple satisfactoriamente con su
entrenamiento, yo me encargaré de localizar a su familia. Jamás dejaría de lado
a una persona tan responsable y leal a su trabajo, como lo fue su madre en sus años
de servicio a la Academia.
-¿Cómo supo todo eso? – pregunto desconcertada.
-Es mi deber saberlo, ¿no es así? Es por eso
que soy el presidente, después de todo.
-Supongo que sí. ¿Cómo supo quién era mi
madre?
-Una gran persona jamás se olvida, señorita
Greenwood, además véase, es igual a ella – dice amablemente – Señor Farrow…
-Dígame señor presidente. – lo interrumpe
Kyle.
-Ya sabe qué hacer y no se separe de la
señorita Greenwood – dice esbozando una gran sonrisa.
-Con gusto, señor. Fue un placer.
-El placer es mío, joven Farrow– contesta el
presidente Holtzman y estrecha nuevamente su mano con la de Kyle. Extiende su
mano en mi dirección, inclina la cabeza y añade: -Señorita Greenwood.
Sonrío y estrecho mi mano con la de él.
Salimos de su oficina y nos dirigimos fuera del edificio y comenzamos a
caminar. Me atraso un poco y digo:
-Espera, Kyle.
-¿Qué pasa Ginger? ¿Te sientes mal? ¿Quieres
sentarte un poco? – pregunta intentando adivinar qué pasa. Se acerca a mí y me
rodea con sus brazos.
-No Kyle, sólo espera. – le digo con voz
tranquila apoyando mi oído contra su pecho. Es demasiado en tan poco tiempo,
aún no logro digerir del todo bien lo que está pasando. Cierro los ojos
intentando hacer desaparecer el mundo por unos segundos. El sonido de sus
latidos me reconforta y sin pensarlo dos veces me abro paso hasta sus labios y
lo beso.
María José García Moncada
qe chido :p
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