sábado, 21 de enero de 2012

CAPÍTULO 16




-¿Qué haré hoy? - pregunto un poco más animada.

-Topkalumes.

-¿Qué?

-Bolas de fuego. – responde y me ve a los ojos. A decir verdad no me suena bien, no después del incidente de ayer.

-¿Empezamos ya? – pregunto un poco acelerada.

-Bien, Ginger, debes estar tranquila. No pasará nada, ¿entendido? – dice James intentando calmarme, pero es inútil. Asiento para no hacerlo sentir mal y finjo estar relajada.

-¿Qué debo hacer?

-Primero respira profundo, visualiza en tu mente cómo se veía la esfera que ayer te lanzó Frederick. – me dice James.

-¿Quién te ha contado eso? – pregunto abriendo de golpe los ojos.

-Soy tu entrenador ahora, todo lo que tenga que ver contigo lo sabré.

Eso me hizo sentir algo incómoda. Ni siquiera estoy acostumbrada a que mis padres sepan todo lo que me sucede.

Está parado justo detrás de mí cuando añade:

– Ahora piensa en algo que encienda en tu interior un sentimiento muy fuerte.

Pienso en mi familia desaparecida, en lo mucho que me necesitan mis hermanos. En mis manos se enciende una llama enorme y James cae de espaldas soltando una palabrota.

-Oh, James, lo siento. – digo apenada y lo ayudo a levantarse.

-Tranquila, no pasó nada.

-Será mejor que guardes distancia. – le advierto.

-Sí, eso haré. – dice James un poco inestable sobándose el codo derecho. – Bien Ginger, inténtalo de nuevo. Visualiza la esfera, no lo olvides.

Cierro los ojos e imagino la esfera de fuego que vi en el bosque, es un tanto más agradable pensar en esa que en la que me lanzó Frederick. Abro los ojos y pienso en mi familia nuevamente. Dentro de mí nace un calor abrazador y una furia indescriptible hacia el escuadrón y hacia el mismo emperador. Emito un gruñido casi inaudible y en mi mano derecha veo una bola de fuego flotando.

-Excelente, chica, increíble. Lo lograste. – dice James aplaudiendo.

No puedo evitar sonreír. Por fin hice algo bien, tal vez encontré algo en lo que verdaderamente soy buena. Aunque quizá no es muy válido, porque tengo que ser buena en esto.

-Ahora lánzala a ese blanco. - me ordena apuntando frente a mí. Fijo la mirada en el centro rojo y la lanzo. Al hacer contacto con el blanco, la esfera estalla.

-Fantástico. La verdad es que esperaba que lo lograras al primer intento, es lo más básico. - dice James mientras hace las mismas anotaciones sobre la pared de ayer. -¿Cómo te sientes?

-Bien. - digo sonriéndole.

-Excelente. Sigue practicando.

Vuelvo a hacer más topkalumes enfocándome en el sentimiento de impotencia que nació desde el momento en que aparecí en las catacumbas. Acierto en los blancos. Uno tras otro, cada vez aumentando más la velocidad. Mi familia está desaparecida, quizá es mi culpa, no tengo control sobre la situación y eso me enfurece.

-¡Oye, oye, chica! - dice James y me detengo y me toma por los hombros. -Tranquila, cálmate.

Mi respiración es muy rápida y estoy sudando. Me limito a verlo a los ojos sin articular palabra alguna.

-¿Estás bien? - me pregunta sacudiéndome un poco. Asiento. Sinceramente estoy bien, sólo es que tengo que descargar lo que ha pasado en los últimos días, y ahora tengo cómo hacerlo.

-Bien, continúa, pero tranquila.

Me suelta y continúo con los topkalumes, ahora un poco más despacio. Pienso en mi familia y la velocidad comienza a aumentar. No puedo creer que deje pasar tantos días sin siquiera buscarlos, me siento tan egoísta. Tengo que hacer algo. Me detengo en seco.

-¿Pasa algo? - pregunta James desconcertado.

-Lo siento. ¿Podemos parar por un momento?

-Ven aquí. – me dice James extendiendo su mano hacia mí. Camino hacia él y me rodea con su brazo por los hombros. – Chica, escucha, quizá no sepa lo que has vivido, quizá ni siquiera lo pueda llegar a entender. El mundo es cruel, lamento informarte, estas cosas pasan a menudo, estás en el lugar en el que debes estar en este preciso instante. Aquí recibirás toda la ayuda y el apoyo que necesitas.

-Lo sé. Gracias. – contesto con un hilo de voz. Me agrada James, quizá es porque me siento sola o tal vez sí es una persona agradable. De cualquier manera, temo involucrarme con las personas, porque, después de saber que soy un forthem, me queda claro que soy un peligro para los que me rodean.

-Vamos, chica, siguiente lección.



María José García Moncada

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