miércoles, 11 de enero de 2012

CAPÍTULO 11




-Ya estás alucinando, Ginger - me digo a mí misma entre dientes. Vuelvo a recargar mi cabeza en el tronco.

-No lo creo. - vuelve a decir la voz desconocida. Me incorporo y frente a mi está un joven que no pasa de los veinte años, rubio, muy blanco y de ojos azules, casi como los míos.

-Soy Klaus Thomsson. - dice con una gran sonrisa.

-Ginger Greenwood.

-Eres la nueva, ¿cierto?

-Supongo que sí. - intento no ser descortés, pero no quiero la compañía de nadie en estos momentos.

-No parece que la estés llevando bien. - dice intentando descifrar mi rostro.

-Si no te importa, quisiera estar sola. - digo cortante.

-Oh... lo siento. - dice agachando la mirada. Baja del árbol sigilosamente, como cuando apareció frente a mí.

Yo y mis increíbles habilidades sociales. Soy excepcional. Estoy hambrienta, así que regreso a mi habitación. Kyle está preparando algo de comer.

-Desperté y no estabas. - dice al momento que entro.

-Lo sé, solo fui a... conocer el castillo.

-¿Y a dónde fuiste? - pregunta.

-A los jardines que se ven desde la oficina de Frederick.

Me acerco a él, me sonríe y me pregunta:

-¿Tienes hambre?

-Sí.

Comemos un emparedado rápidamente porque quiero llevarlo al lago antes de que anochezca. 


-Vamos, apresúrate. – le digo mientras salimos de nuestra habitación. Atravesamos las grandes puertas y lo dirijo hasta el lago. Nos sentamos en la orilla sobre unas rocas.

-Kyle, creo saber quiénes secuestraron a mi familia.

-También yo. - responde tranquilamente.

-¿Pero quiénes son esos hombres y por qué visten así?

-Un escuadrón espía bajo el poder del emperador Fremont. - dice Kyle.

-¿Y para qué querrían a mi familia? Ni siquiera saben quiénes son o qué soy yo. - digo con un deje de desesperación en la voz.

-Yo no pensaría lo mismo.

-¿A qué te refieres? - pregunto extrañada.

-Si él los tiene es obvio que quiere algo que tú tienes.

-Pero si ya me tenían, ¿por qué me dejaron escapar?

-No tengo idea. - dice viéndome fijamente a los ojos.

Guardamos silencio y dejo que el sonido de la naturaleza me invada, me pierdo en el susurro del viento entre las hojas de los árboles. Y de repente un pensamiento me golpea sin más.

-La nota. - susurro. Por suerte llevo puesto el pantalón que había usado el último día que trabajé en la biblioteca. Meto la mano a mi bolsillo y la saco, está algo arrugada.

-¿Qué es eso? - pregunta Kyle interesado.

-El día que desperté en las catacumbas, estaba esta nota en la orilla de la cama a la que estaba atada. - digo. Toma la hoja de mis manos e intenta entender lo que dice.

-Tal vez alguien aquí sepa descifrarlo. - dice Kyle. Lee la nota que alguien escribió al reverso y añade: -Pero tal parece que alguien entre ellos te quería ayudar.

Asiento y digo:

-Llegué a la misma conclusión, la pregunta es: ¿por qué?

Nos quedamos mirando al lago intentando atar algún cabo suelto.

-¿Qué pasa con el señor Brickstone? - pregunta Kyle.

-No lo sé, pero no es la primera vez que estaba con los encapuchados.

Kyle se sorprende al oír esto y dice:

-Quizá es uno de ellos y él fue el que lo escribió, porque...

-No sé, Kyle. - lo interrumpo.

Todas nuestras conclusiones son posibles, sin embargo todo es incierto. Sólo son suposiciones.

-Oh no... - susurro - Raymond.

No lo recordaba, ¿por qué habría estado él ahí? Él no es... quiero decir, ¿por qué él?

-¿Quién?

-Un compañero del colegio. Estaba en las catacumbas. - digo intentando cavilar.

-No lo mencionaste cuando estábamos con el presidente Holtzman.

-Holtzman. - susurro.

-¿Qué? - pregunta Kyle confundido.

-Raymond Holtzman. Es su hijo. - digo sorprendida y a la vez horrorizada. 





María José García Moncada

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