-Ya estás alucinando, Ginger - me digo a mí
misma entre dientes. Vuelvo a recargar mi cabeza en el tronco.
-No lo creo. - vuelve a decir la voz
desconocida. Me incorporo y frente a mi está un joven que no pasa de los veinte años, rubio, muy blanco y de ojos azules, casi como los míos.
-Soy Klaus Thomsson. - dice con una gran sonrisa.
-Ginger Greenwood.
-Eres la nueva, ¿cierto?
-Supongo que sí. - intento no ser descortés,
pero no quiero la compañía de nadie en estos momentos.
-No parece que la estés llevando bien. - dice
intentando descifrar mi rostro.
-Si no te importa, quisiera estar sola. - digo
cortante.
-Oh... lo siento. - dice agachando la mirada.
Baja del árbol sigilosamente, como cuando apareció frente a mí.
Yo y mis increíbles habilidades sociales. Soy
excepcional. Estoy hambrienta, así que regreso a mi habitación. Kyle está
preparando algo de comer.
-Desperté y no estabas. - dice al momento que
entro.
-Lo sé, solo fui a... conocer el castillo.
-¿Y a dónde fuiste? - pregunta.
-A los jardines que se ven desde la oficina de
Frederick.
Me
acerco a él, me sonríe y me pregunta:
-¿Tienes hambre?
-Sí.
Comemos un emparedado rápidamente porque
quiero llevarlo al lago antes de que anochezca.
-Vamos, apresúrate. – le digo mientras salimos
de nuestra habitación. Atravesamos las grandes puertas y lo dirijo hasta el
lago. Nos sentamos en la orilla sobre unas rocas.
-Kyle, creo saber quiénes secuestraron a mi
familia.
-También yo. - responde tranquilamente.
-¿Pero quiénes son esos hombres y por qué
visten así?
-Un escuadrón espía bajo el poder del
emperador Fremont. - dice Kyle.
-¿Y para qué querrían a mi familia? Ni
siquiera saben quiénes son o qué soy yo. - digo con un deje de desesperación en la
voz.
-Yo no pensaría lo mismo.
-¿A qué te refieres? - pregunto extrañada.
-Si él los tiene es obvio que quiere algo que
tú tienes.
-Pero si ya me tenían, ¿por qué me dejaron
escapar?
-No tengo idea. - dice viéndome fijamente
a los ojos.
Guardamos silencio y dejo que el sonido de la
naturaleza me invada, me pierdo en el susurro del viento entre las hojas de los
árboles. Y de repente un pensamiento me golpea sin más.
-La nota. - susurro. Por suerte llevo puesto
el pantalón que había usado el último día que trabajé en la biblioteca. Meto la
mano a mi bolsillo y la saco, está algo arrugada.
-¿Qué es eso? - pregunta Kyle interesado.
-El día que desperté en las catacumbas, estaba
esta nota en la orilla de la cama a la que estaba atada. - digo. Toma la hoja de mis manos e intenta
entender lo que dice.
-Tal vez alguien aquí sepa descifrarlo. - dice
Kyle. Lee la nota que alguien escribió al reverso y añade: -Pero tal parece que
alguien entre ellos te quería ayudar.
Asiento y digo:
-Llegué a la misma conclusión, la pregunta es:
¿por qué?
Nos quedamos mirando al lago intentando atar
algún cabo suelto.
-¿Qué pasa con el señor Brickstone? - pregunta
Kyle.
-No lo sé, pero no es la primera vez que
estaba con los encapuchados.
Kyle se sorprende al oír esto y dice:
-Quizá es uno de ellos y él fue el que lo
escribió, porque...
-No sé, Kyle. - lo interrumpo.
Todas nuestras conclusiones son posibles, sin
embargo todo es incierto. Sólo son suposiciones.
-Oh no... - susurro - Raymond.
No lo recordaba, ¿por qué habría estado él ahí? Él no
es... quiero decir, ¿por qué él?
-¿Quién?
-Un
compañero del colegio. Estaba en las catacumbas. - digo intentando cavilar.
-No lo mencionaste cuando estábamos con
el presidente Holtzman.
-Holtzman. - susurro.
-¿Qué? - pregunta Kyle confundido.
-Raymond Holtzman. Es su hijo. - digo
sorprendida y a la vez horrorizada.
María José García Moncada
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