jueves, 9 de febrero de 2012

CAPÍTULO 20





-Ven, debes presentarte primero para que te obedezca por completo. - dice y me toma de la mano. -Ella es Kendra.

-Es increíble.

-Y más. Ahora es tuya, es mi regalo.

-¿Es… en serio? – pregunto sorprendida y completamente emocionada.

-Totalmente. – responde acercándose a ella y la acaricia entre los ojos con delicadeza. La criatura se percata de mi presencia y se pone un poco nerviosa, retrocedo unos pasos. Kyle la tranquiliza de inmediato. Al lado del compartimiento de Kendra hay un grifo más recostado en una especie de colchón de paja. Tiene el pelaje gris y es un poco más grande que Kendra.

Cuando era pequeña, mi madre me había regalado un libro de mitos y leyendas acerca de grifos. Son criaturas majestuosas y de lo más fieles; mitad águila, mitad león. Jamás creí ver uno vivo, ya que en los libros que leía siempre decía que era muy raro ver uno. Mucho menos creí poseer uno.

-¿Dónde los conseguiste, Kyle? - no puedo evitar preguntar.

-Un día mi padre estaba en la fonda de Herbie y conoció a un viajero, dijo que se quería deshacer de ellos, aún eran huevos en ese entonces. También dijo que era muy probable que no sobrevivieran, puesto que su madre había muerto. Para entonces, los huevos estaban algo fríos, pero yo me encargué de cuidarlos hasta que nacieran. - suspira – Lo cual pasó poco antes de que mis padres murieran, así que papá los trajo aquí para que los cuidaran y los alimentaran. Y han crecido bastante. - dice riéndose. No tengo idea de qué decir, así que me limito a sonreírle. A pesar de lo cercanos que somos Kyle y yo, jamás me habla sobre sus padres ni cómo se siente, por lo que intento no tocar el tema.

-Ven, coloca tu mano sobre su cabeza e intenta conectar con ella. - me ordena Kyle.

-¿Conectar? ¿A qué te refieres? – pregunto dudosa.

-Sólo dame tu mano y colócala aquí. – dice mientras coloca mi mano entre los ojos de Kendra como él lo había hecho anteriormente. Segundos después, Kendra cierra los ojos y siento cómo una energía que proviene de la palma de mi mano me recorre. No puedo evitar sonreír.

Quito mi mano y Kendra hace una pequeña reverencia hacia mí.

-¿Qué fue eso? – digo aún sonriendo.

-Eso fue – hace una pausa y me mira a los ojos con una gran sonrisa - conectar con ella. Te acaba de reconocer como su dueña.

Ni siquiera entiendo qué fue lo que pasó, pero se sintió grandioso. Acaricio una vez más a Kendra, recorriendo el plumaje de su cuello con mis dedos.

-Excelente, ahora te obedecerá a cualquier orden. Vamos, te presentaré a Grak. - me dice y nos acercamos a él. -¡Arriba, Grak, vamos!

Parece que a Grak no le ha gustado nada que lo haya despertado Kyle. Se pone en pie y le lanza una mirada de recelo a Kyle, seguido de un bufido. No puedo evitar reírme.

-Vamos, no me mires así, dormilón. - le dice Kyle y le acaricia la cabeza.

-¿Te gusta? - me pregunta.

-Me encanta. - le digo. Pasa su mano detrás de mi nuca y me besa. Un beso largo y delicado.

-Vamos, te mostraré cómo ensillar.

Coloca una silla con arneses en el lomo de Grak y comienza a darme indicaciones de qué correas poner dónde. Después de algunos minutos, arneses ajustados y varias recomendaciones, termina.

-Bien, es tu turno. - me dice y me entrega la silla de Kendra. - Ten cuidado con las alas.

Sigo todos los pasos que logré escuchar mientras ensillaba a Grak y al segundo intento lo logro. Antes de partir, Kyle los alimenta con una ardilla. Estando afuera, Kyle silba y Grak sale de inmediato.

-Ahora hazlo tú para que Kendra venga.

Imito el silbido Kendra sale y se para a mi lado. Ambas criaturas tienen una postura firme y con aire de superioridad. Aún sigo sin poder creer lo que veo y más aún que tenga mi propio grifo.

-Excelente, Ginger, ahora móntala. - me ordena Kyle y lo hago. - Toma fuerte las riendas y no te preocupes por lo demás, ella está acostumbrada a seguir a Grak.

Kyle monta a Grak, me voltea a ver con esa sonrisa tan típica de él y asiente. Sacude las riendas y comienza a correr, a los pocos segundos Kendra emite un chillido y corre detrás de él, estoy a punto de caer pero me sujeto con todas mis fuerzas. Recorremos unos pocos metros y ambos grifos despliegan sus grandes alas y comienzan a volar.



María José García Moncada

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