sábado, 25 de febrero de 2012

CAPÍTULO 22




-Venimos en paz. – digo articulando lentamente cada palabra.

-¿Por qué pensáis que podéis visitar el bosque tan deliberadamente? Los humanos os creéis los dueños de todo.

Escucho ese gruñido interno que suelo emitir cuando estoy enojada. Un aro de fuego se dibuja alrededor de nosotros, dejando fuera a los demás elfos, excepto al jefe.

-¡¿Quién hizo eso?! - pregunta el elfo gritando mientras se escuchan alaridos, gritos de sorpresa y arcos chocando contra otros. -No me hagáis repetirlo.

-Yo. - contesto firme. El elfo me mira con sorpresa y se arrodilla ante mí.

-Perdonad mi insolencia.

-No diga eso y tampoco se arrodille ante mí, jamás. - le digo. Me mira desconcertado y se pone en pie.

-¿No sabe lo que significa lo que habéis hecho? ¿Lo que es usted? - me pregunta.

-Sí, lo sé, pero no tengo más valor que cualquier otra persona.

-Seguidme, os presentaré ante nuestra aldea. - dice el elfo. Me relajo y al instante el aro de fuego se consume. Lo seguimos unos metros más hacia el corazón del bosque. Miro de reojo a Kyle, parece molesto.

-¿Cuál es vuestro nombre? - pregunta amablemente el elfo.

-Ginger, Ginger Greenwood.

-Kyle. - dice con tono cortante.

El elfo me ve con ojos muy abiertos, sólo me encojo de hombros.

-Yo soy Durkhar.

Le sonrío y seguimos caminando por el bosque hasta llegar a la aldea. Hay numerosas chozas muy humildes, construidas con barro y ladrillos enmohecidos. Pequeños niños  elfos corren unos detrás de otros, los mayores aún se están alistando y las mujeres elfo están preparando el desayuno.

-Bienvenidos, sean vosotros a nuestra aldea. – dice Durkhar haciendo una reverencia hacia mí.

-¡Escuchadme todos! – alza la voz Durkhar y el silencio reina por unos segundos, la atención de todos está fija en nosotros. – Hoy nos ha visitado un humano con prestigio. Es un forthem. Dadle la bienvenida a Ginger Greenwood y a su acompañante, Kyle.

Vítores de alegría invaden la aldea, todos me aplauden. Sonrío y saludo a todos con la mano un poco nerviosa. Esta situación me hace sentir incómoda de una manera extrema, en casa no estoy acostumbrada a tener la atención de nadie, mucho menos que me hagan reverencias o me vitoreen.

-Seguidme, os llevaré con Asren, el jefe de la aldea, mi padre.

Caminamos entre las chozas hasta llegar a la más alta y ostentosa, pero no pierde la esencia de humildad como las demás chozas. Al entrar hay un pasillo más o menos largo con una alfombra tejida y una silla con respaldo bastante alto, que incluso si me pusiera de pie en el asiento, rebasaría mi estatura.

-Asren, padre. – dice Durkhar mientras se arrodilla ante Asren.

-¿A quién habéis traído, hijo mío? – pregunta con voz ronca.

-Ella es un forthem, padre. Forthlume. La profecía ahora puede cumplirse, los cuatro forthems ya están reunidos al fin.

Un silencio que me parece casi eterno, se apodera de la habitación.

-Venid aquí. – me ordena Asren apuntándome y lo hago. -¿Cuál es vuestro nombre?

-Ginger Greenwood. – respondo en voz baja. Asren comienza a reír alegremente y me abraza con fuerza. Me quedo paralizada al ver su reacción.

-Señor, yo…

-¿Qué no estáis feliz? – pregunta Asren. – Representáis la salvación del mundo. Tú y vuestros demás compañeros forthems.

Me limito a ver a Durkhar quien solo me ve con ojos muy abiertos. La verdad es que no sé qué hacer ni qué decir, así que solo me encojo de hombros.

-Sois idéntica a Minerva. – dice Asren escudriñando mi rostro.



María José García Moncada

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