-¿Usted conoce a mi madre? – pregunto
extrañada.
-¡Por supuesto! – exclama. – Excepcional
mujer. Gracias a ella los elfos dejamos de ser esclavos. En la antigüedad los
elfos solíamos ser sometidos a trabajos crueles.
¿Cómo es que no sé nada de lo que hace mi
madre? A decir verdad me siento orgullosa de ella a pesar de que jamás hemos
tratado demasiado, pero no puedo evitar sentirme algo triste porque ciertamente
no conozco a la mujer que me dio la vida. Sonrío distraídamente.
-¿No habéis venido con ella? – pregunta Asren
buscando con la mirada. Aquí vamos de
nuevo.
-No, ella… no vino.
-¿Dónde está? – la voz de Asren se vuelve
áspera.
-Yo… no lo sé. – contesto vacilante.
-¿Qué queréis decir?
-Está desaparecida. Junto con toda mi familia.
-¡Qué insolencia! ¿Quién os separó de ellos?
-Yo también quisiera saber eso, señor.
Asren inclina un poco la cabeza y guarda
silencio unos momentos.
-Os ayudaré a encontradlos, es mi palabra. –
dice serio. Me arrodillo ante él, aunque no estoy segura de si deba hacerlo.
-Gracias.
-Vamos, no merezco que os arrodilléis frente a
mí. Poneros de pie. – me ordena Asren. - ¿Quién es el joven qué os acompaña?
Volteo a ver a Kyle, que está mirándonos
fijamente y le hago una seña para que se acerque a nosotros. Comienza a caminar
y ya que está a mi alcance lo tomo de la mano.
-Oh, ya veo. – exclama con un deje pícaro en
su voz.
-Soy Kyle, señor, Kyle Farrow.
-También conocí a vuestro padre, sepáis que también
era un humano excepcional. Hacía un gran equipo con vuestra madre. – dice Asren
viéndome. – Y me apena mucho vuestra pérdida, joven Farrow.
-Lo sé, señor, conocí a mi padre y no cabe
duda que era una gran persona. –
responde Kyle con el pecho hinchado de orgullo.
-¿A qué se debe vuestra visita? – pregunta Asren.
-Verá señor, desde niños escuchábamos
historias sobre este bosque.
-Siempre deseamos venir aquí para saber qué
tan ciertas eran aquellas historias. – completo.
-Así que quise traer a Ginger aquí, por su
cumpleaños. – termina Kyle.
-¿Es vuestro cumpleaños? – me pregunta Asren y
asiento. – Hijo, preparad todo para esta noche, hoy haremos una celebración. –
le ordena a Durkhar, asiente y sale de la choza.
-Oh,
no, no hace falta, señor.
-No
me llaméis señor ni una vez más. ¿Qué no podéis ver lo joven que soy? Todavía no
me duele nada, no soy tan viejo. – dice sonriente el anciano levantándose de su
asiento y encaminándonos a la puerta.
Río
un poco, al igual que Asren.
-Jóvenes aventureros. – dice y suspira. -
Espero que os sintáis como en vuestro hogar. Sean bienvenidos, podéis hacer lo
que queráis y os veo en la noche.
María José García Moncada
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