-¡Tomen sus armas! – grita Durkhar. Kyle está
pasmado, no tenemos ni la menor idea de qué pasa.
-¡Corran! – me ordena Nneka, pero no me muevo
de mi silla. Miro a Kyle de reojo y parece tener la misma expresión de espanto
que yo. Segundos después vuelvo a la realidad y me cuelgo el carcaj y el arco
nuevamente en la espalda.
-Nneka, llévalos hasta donde estén seguros. –
le dice Durkhar y le besa la frente. Asiente y nos apresuramos a correr por la
dirección en la que llegamos.
Corremos por el bosque a toda velocidad.
Gritos, golpes y filos de espadas comienzan a escucharse a nuestras espaldas.
Comienzo a sentirme culpable por lo que sea que está pasando. El pánico me
invade, “No debimos venir, no debimos venir.” Me repito a mí misma. Aún
estamos lejos de donde están Grak y Kendra, ni siquiera puedo divisar desde
aquí el fin del bosque.
-Vamos, no se detengan. – dice Nneka.
-¿Qué demonios está pasando allá atrás? – le grito.
-Invasión. Goblins. – responde entrecortada.
Seguimos corriendo, mirando en todas direcciones. Un alarido de dolor y Kyle cae al suelo.
-¿Kyle? – exclamo mientras me arrodillo ante él. Está hecho un ovillo con la mano a un costado de su abdomen. Tiene una flecha. Escudriño los alrededores forzando la vista, puesto que ha empezado a oscurecer. Gruño y golpeo fuertemente el suelo. Lanzo varios topkalumes en diferentes direcciones, deseando dañar a quien sea que haya disparado.
-Bien, acabas de darles nuestra ubicación. –
dice Nneka con voz plana viendo el incendio que provoqué a varios metros de
nosotros. La ignoro.
-Tenemos que seguir, Kyle. – digo en tono suplicante. Paso un brazo por sus costillas para intentar ponerlo de pie.
-Espera, tenemos que quitarle la flecha. – dice Nneka. Hace presión alrededor de la herida y saca la flecha. Kyle emite un quejido. Lo levantamos entre las dos y continuamos caminando.
-Kyle, ¿estás conmigo?
-Sí. – dice con voz débil. Comienza a cabecear un poco.
-No, no cierres los ojos, Kyle. Debes seguir aquí. – digo con firmeza, aunque por dentro quisiera ponerme a llorar y acudir a mi madre para que resuelva lo que hice.
-Está perdiendo mucha sangre. – advierte Nneka.
Me detengo y me quito el suéter para atárselo a la cintura. Me cercioro de que no haya atacantes cerca y continuamos caminando.
-Ya casi llegamos, Kyle. Resiste un poco más.
Estamos a algunos metros de donde deben estar Kendra y Grak. “Tácticas de guerra, invasión”, pienso. He leído bastantes libros sobre guerra y sé algunas estrategias que fueron usadas antiguamente para tomar ciudades enteras. Mi corazón se acelera, la adrenalina que me recorre, me da energía para seguir.
-Si tienen el bosque rodeado no puedo simplemente llamar a Kendra. En el momento en que alce el vuelo, comenzarán a dispararnos. – digo más para mí que para Nneka.
-¿Quién es Kendra? – pregunta.
-Tenemos que crear una distracción que los haga moverse de donde están. - anuncio. Kyle está muy pálido, comienza a vomitar mientras Nneka me ve con cara de preocupación. Comienzo a dudar de mi sentido de supervivencia.
-¿Sabes trepar? – le pregunto a Nneka dudosa. Ella asiente.
-¿Tienes un plan? – pregunta.
María José García Moncada
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