La
sensación de caer me despierta de inmediato. Estoy sudando, mi respiración es
muy fuerte. Intento calmarme y minutos después me levanto de la cama y me
dirijo al baño, me mojo la cara, pero los temblores persisten.
-Nneka.
- susurro y me cercioro de que está en mi recámara. Me quedo ahí parada en el
marco de la puerta, pensando. Nneka está hecho un ovillo en la cama, cuando su
llanto me saca de mis pensamientos y me hace caminar hasta ella. “¡Sal de ahí!” me ordeno, pero ya es
demasiado tarde. Se sobresalta al verme e intenta secarse las lágrimas.
-¿Cuánto
tiempo llevas ahí? - balbucea.
-No
mucho, pero lo suficiente para darme cuenta de que quizá necesitas algo. O a alguien.
- le digo, pero no dice nada más.
Quizá
eso no se le deba decir a alguien que conoces hace casi un día, pero cuando se
necesita consuelo, cualquier palabra de aliento y de quien sea, ayuda.
-Sé
que no es la clase de cosas que te diría una completa desconocida, pero...
-No
somos del todo desconocidas - me interrumpe.
-¿A
qué te refieres? - pregunto extrañada.
-¿En
verdad no lo recuerdas?
-¿Recordar
qué? - le pregunto sin saber aún de qué habla. Se hace a un lado para que pueda
sentarme junto a ella.
-Tendrías
como cinco años cuando nos conocimos por primera vez. - dice y respira hondo. -
En ese entonces, los elfos aún éramos tratados como esclavos. Acompañé a mi
abuelo a la ORP, tenía una junta importante con la mesa directiva y yo insistí
en ir con él.
-Mi
madre. - susurro y Nneka asiente.
-Sí,
tu madre también te llevaba a ti ese día. – se sorbe la nariz - Recuerdo bien
ese día, eras la niña más risueña que había visto. Me dejaron a cargo de ti
durante la junta y te llevé a los jardines.
-Lo
siento, pero no recuerdo nada.
-No
te culpo, eras muy pequeña. - me sonríe.
-¿Cuántos
años tenías tú?
-Solo
un par más que tú.
Sinceramente
siempre he tenido una actitud protectora hacia las personas que me rodean, no
importa cuántos años más tengan, sólo lo hago porque siento esa necesidad de
protegerlos. Necesito protegerlos para poderme sentir fuerte.
-En
todo caso, me da gusto reencontrarme contigo después de tantos años. - le digo.
-Así
será, pero por ahora debes descansar.
-No
puedo dormir, no después de dejar la vida de mis seres queridos a la suerte. -
creo que en estos momentos no hay alguien que entienda lo que siente tan bien
como yo.
-Las
cosas pasan porque así están escritas, no podemos cambiar el rumbo de algo que
está destinado a ser, pero en la vida jamás se nos presentan obstáculos que no
podamos superar. Es válido caer, llorar y equivocarse, pero no puedes quedarte
así. Si caes, debes levantarte; si lloras, debes secar esas lágrimas; si erras,
debes aprender de ello, salir adelante, demostrar que has aprendido. Siempre se
puede.
-Eres
demasiado joven, para ser tan sabia. Eres increíble.
María José García Moncada
No hay comentarios:
Publicar un comentario