domingo, 20 de enero de 2013

CAPÍTULO 34



-¿Cómo se llama? - rompo el silencio.

-Eso lo decidirás tú.

-¿Ahora?

-Si así lo quieres. - dice James haciendo un gesto de aprobación.

-Veamos, ¿cómo podría llamarte, pequeño amigo rojo? - le pregunto al ave como si pudiera contestarme. Pía un par de veces.

-Existen muchas leyendas acerca de estas aves. Estas leyendas provienen de una antigua tierra llamada Egipto, dicen que el ave fénix goza de la inmortalidad.

-Fantástico.

-Creo que lo llamaré Rah. - digo pensativa. He leído libros sobre una antigua cultura egipcia, y se decía que estaban conectadas con dos dioses: Osiris y Rah.

-Entonces Rah será.

-Rah. - susurro. Al instante extiende sus majestuosas alas y pía con fuerza. -Genial.



Desde que llegué a la Academia las sorpresas no paran. Después de todo, las cosas no son tan malas aquí, de hecho comienza a agradarme estar en la Academia.

Al terminar mi tiempo en el gimnasio, me dirijo a los jardines con Rah en el hombro. Me detengo en la orilla del lago.

-Anda, vuela un poco. - le digo a Rah, le acaricio la cabeza y emprende el vuelo al instante. Es magnífico ver cómo despliega sus alas, cómo el viento se desliza entre sus plumas, cómo planea sin problema alguno.  

El verano está por terminar. Las primeras hojas comienzan a caer, el otoño ya viene, pero esto también significa que las labores en la Academia se reanudarán.

Me siento unos minutos a la orilla del lago, contemplando la calma que gobierna en este hermoso lugar. No puedo estar mucho tiempo aquí, puesto que le prometí a Nneka que comeríamos juntas. Tendré que usar un silbido diferente al de Kendra para llamar a Rah. Repaso unos pocos en voz baja hasta que encuentro el apropiado.

Repito el silbido de dos notas varias veces hasta que logro ver a Rah descendiendo poco a poco hasta posarse nuevamente en mi hombro. Me dirijo a mi habitación con el paso un poco lento.

-¡Ginger! - exclama Nneka desde la cocina con una gran sonrisa al momento que entro en la habitación.

-¿Qué tal? - la saludo devolviéndole la sonrisa. - ¿Has dormido bien?

-Algo. -dice encogiéndose de hombros. - Santo cielo, es hermoso. - suelta al ver a Rah posado en mi hombro.

-Se llama  Rah.

-En casa tuve la oportunidad de ver un par de estos, pero jamás tan cerca. - dice acercándose a mí. -¿Es tuyo?

-Sí, larga historia. – respondo y decido que no es momento para contar lo sucedido.







María José García Moncada

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