domingo, 13 de enero de 2013

CAPÍTULO 32



-En el último par de semanas me lo han repetido bastante, pero no lo soy. No soy nadie fuera de lo normal. - digo un poco apenada, pero es la verdad, estoy un poco harta de que me vean como algo superior, porque no lo soy. Es sólo que me han tocado vivir cosas que me han hecho madurar más pronto y aceptar de manera más cruda la realidad.

-No entenderías lo que se siente...

-Oh, sí que lo sé y te entiendo mejor de lo que crees.

Nneka me mira con ojos extrañados, y comienzo a relatar lo que pasó desde el día de las catacumbas. No me doy cuenta de que está amaneciendo hasta que veo a través de la ventana que el sol se está poniendo.

-Vaya, se nos ha ido el tiempo.

-Cierto, - digo poniéndome de pie. - mi entrenamiento comienza en media hora y me tengo que ir. Prometo llegar para la hora de la comida y después iremos con el director para ver qué puedes hacer mientras yo entreno.

-Ginger.

-¿Sí?

-Gracias.

-No hay de qué. Ahora, intenta dormir y tú tranquila. Prometo que iremos de nuevo al bosque, yo me encargaré de ello. - le digo. Le doy un fuerte abrazo y salgo de la recámara.

Me alisto para el entrenamiento y me encamino a la Cápsula. Siento unas ganas incontrolables de ver a Kyle, pero me resisto. Me encuentro con Klaus en la entrada de la Cápsula, le dirijo una mirada de desprecio y entro con paso firme.

-Santo cielo, alguien no tuvo un muy buen fin de semana. - dice James cuando me ve entrar en la habitación donde siempre entreno. Clavo mi mirada en sus ojos y a los pocos segundos la desvía y se aclara la voz. Al parecer no sabe lo que pasó.

-Bien, haremos un repaso de la semana pasada.

-Bien.

James sale de la habitación y comienzo por las topkalumes, lanzando una tras otra, después de unos cuantos minutos salen un par de cañones que comienzan a lanzar esferas negras.

-Siguiente. - me ordena la voz de James saliendo de algún lado de la habitación.

Anulumes, (*aros de fuego). No estoy del todo concentrada, por lo que fallo algunos tiros. El resto del entrenamiento consiste en lo mismo, anulumes y topkalumes alternados, aumentando la velocidad, cañones laterales, incluso algunos en el techo. Mi respiración se acelera, mis movimientos se vuelven  más rápidos y de pronto todo se detiene, yacen las esferas negras suspendidas en el aire a unos centímetros de mi.

-¿James? - digo vacilante dando bufidos. Nada. Solo se escucha mi respiración.

Poco a poco las esferas se van alejando lentamente. Aún no tengo ni la menor idea de lo que sucede o si es parte del entrenamiento. Las esferas están lo suficientemente lejos de mí, pero siguen retrocediendo, están a unos pocos centímetros de la pared y comienzan a temblar.

-¡James! ¿Qué está pasando? - exclamo suplicante. Sin respuesta alguna.

Todo se vuelve lento, y de pronto las esferas salen disparadas hacia mí con rapidez. Lo único que se me ocurre hacer es cubrirme la cabeza y dejarme caer de rodillas en el piso esperando el impacto. Una oleada de calor intensa me golpea, seguido de un chillido parecido al de un ave. Logro escuchar que la puerta se abre.

-Ginger, ¿estás bien? - exclama James preocupado mientras se arrodilla a mi lado.




María José García Moncada

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